10 oct 2012

Instántanea fugacidad


Mientras el aire soplaba con liviana intensidad, meciendo suavemente las ramas de los árboles, en el horizonte se observaba con claridad el lento inicio del andar de la luna llena en esa clara noche de octubre.

Sentado sobre una roca, el discípulo se hallaba plenamente entregado a la contemplación de ese sublime paisaje cuando subrepticiamente un recuerdo pasó con gran velocidad por su mente.

Había pasado tanto tiempo desde aquella experiencia que tenía la aparentemente plena seguridad que se hallaba enterrada en el más recóndito lugar de su memoria. Pero aun a pesar de la instantánea fugacidad, todo aquello vino nuevamente a su presente.

Sin duda, era el preludio de algo que, al igual que en ella ocasión, sería irónico, cómico y mordaz.

Por eso es que lo vemos ahí, sentado sobre la roca con el semblante apacible. Si observamos bien, podremos ver en los labios del discípulo la curvatura causada por una discreta sonrisa… 

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