26 jun 2009

En defensa de la política V de V

Ante el dilema de votar o no votar, la respuesta es votar pero permanecer atentos políticamente. Esto es, que el momento cívico y de interés político no se acabe al salir de la casilla, sino que permanezca, que exista el interés por saber qué demonios está haciendo el mono ése por el que se votó para que fuera Diputado Federal; saber dónde estará su oficina de gestión social, cómo votará en las sesiones del Congreso, cuántas veces usará la tribuna, aunque sea para decir puras idioteces, cuántas iniciativas presentará y acerca de qué temas.

Eso es estar políticamente activos y para eso si deberían existir campañas de concientización.

Pero desde luego se trata de una utopía. La mayor parte del tiempo la mayoría de la gente es valemadrista y sólo reacciona cuando se lesionan sus intereses inmediatos, y sólo a veces, pues si falta el agua en la colonia pero ya unos cuantos vecinos se organizaron para protestar, entonces para qué tomarse la molestia de participar en las protestas, si todos modos serán escuchadas y el problema será resuelto.

Por lo demás no hay que esperar de los políticos más de lo que pueden dar y más de lo que son: un reflejo de nosotros mismos.

Los políticos no llegan del espacio exterior, ni salen de una probeta en un laboratorio. Salen de la propia sociedad y por tanto tienen los mismos valores, la misma formación y la misma conciencia histórica. Ellos son los que somos. Así que ¿de qué nos escandalizamos y en su caso, por qué no hacemos algo para cambiar esa situación?

El señor Alejandro Martí es muy bueno en su papel de ciudadano víctima de la inseguridad, pero ¿por qué no decide de una buena vez por todas entrarle a la política si, la verdad sea dicha, tiene madera y hasta podría marcar la pauta de lo que podría ser el nuevo tipo de político que la sociedad necesita? Y los demás ciudadanos ejemplares ¿por qué no le entran también?

La política, esto lo decía mi maestra Lourdes Quintanilla, no la hacen los ángeles; la hacen hombres con pasiones e intereses diversos, por eso es tan fascinantemente conflictiva y pacífica al mismo tiempo.

Para finalizar y a propósito de que el voto es un elemento de la democracia y parte esencial de una cosa que en ciencia política se conoce como sistema de representación, quiero citar a Bernard Crick, maestro de otro de mis maestros en Facultad de Ciencias Políticas, el Dr. Manuel Villa.

A propósito del descrédito del sistema de representación, Crick decía:

“Puede decirse que cualquier sistema de representación, por desmedido, incompleto y a veces incluso corrupto que sea, es mejor que su ausencia, y mejor que otro que sólo represente un supuesto interés único de los gobernados”. [Bernard Crick, In defense on politics, 1962].

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