21 may 2008

A propósito del golpismo

El movimiento político de AMLO ¿entre el golpismo y la institucionalidad?

A partir de las consideraciones teóricas en torno al golpismo, presentadas en la entrega previa a este ejercicio de análisis, es posible discernir en lo subsiguiente respecto a la estrategia política de Andrés Manuel López Obrador, a fin de observar si presenta similitudes con las características del golpismo que se le han aducido en el debate político.

Así pues, en una primera aproximación las acciones políticas emprendidas por el ex candidato presidencial del PRD parecerían estar alejadas del golpismo por una razón elemental: no se han caracterizado por el uso explícito de la violencia.

Sin embargo, una observación más detenida conduce a dividir en dos momentos la estrategia referida. El primero de ellos podría denominare como periodo de “lucha cívica” y fue el que se desarrolló durante los meses posteriores a la elección del 2 de Julio del 2006.

En ése momento las acciones de protesta ejecutadas en las calles de la Ciudad de México podían entenderse y justificarse como parte de un justo reclamo a la deficiente actuación de la autoridad electoral, que minó la confianza de los ciudadanos en los resultados aquella elección que dio como ganador no solamente a Felipe Calderón, sino también a los candidatos a diputados y senadores de los diferentes partidos que integran la actual legislatura.



Precisamente a partir del agotamiento de esta reclamo, que se disolvió en un duro cuestionamiento a la legitimidad del nuevo Presidente de la República, y por tanto, del nuevo Congreso, es que comienza el segundo momento de la estrategia emprendida por López Obrador. Esto fue así porque, una vez reconocido el triunfo de Felipe Calderón por los demás partidos políticos, y validada la elección por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el ex candidato presidencial del PRD comprendió que por el camino institucional difícilmente se podía revertir la situación. De manera que la estrategia se propuso desde entonces dos objetivos fundamentales: comenzar a trabajar en la campaña electoral con miras al lejano 2012, como objetivo de largo plazo, y generar inestabilidad y en lo posible provocar el fracaso del gobierno constitucional, como objetivo de corto plazo.




Es así como se explica la toma de la tribuna de la Cámara de Diputados por parte de diputados del PRD, PT y Convergencia, días previos a la ceremonia de toma de protesta del presidente Calderón; y la autodesignación de López Obrador como “Presidente Legítimo”, que en términos políticos y mediáticos generaba la imagen de un país fracturado.

De ahí en adelante la estrategia ha sido precisamente la búsqueda de la confrontación ideológica, pero sobre todo, el mantenimiento de la imagen y la presencia de López Obrador en los medios de comunicación como un actor protagónico de la vida política.

No obstante, es difícil visualizar hasta qué punto la estrategia se ha alejado de las vías institucionales para aproximarse al golpismo. Esto porque si bien la retórica lopezobradorista es desafiante y desdeñosa respecto a la institucionalidad (recuérdese el célebre “¡al diablo con las instituciones!”), sus acciones más importantes se han conducido precisamente por medio de una de las instituciones fundamentales del régimen político mexicano: el Congreso de la Unión.

En efecto, como si fuese un coordinador parlamentario de facto, y carente de la legitimidad necesaria, Andrés Manuel López Obrador ha logrado introducir a la agenda del debate legislativo temas como la regulación de los contenidos de las campañas electorales en medios de comunicación. Asimismo, en el actual debate en torno a la reforma a la industria petrolera –posterior a la toma de las tribunas de las cámaras de diputados y senadores- este personaje ha encontrado un contexto propicio para apuntalar nuevamente su imagen y afianzar su influencia entre un importante número de legisladores de su partido y de los otros partidos que integran el Frente Amplio Progresista.

De manera pues, que el pretendido golpismo que se le quiere endosar a la estrategia política de Andrés Manuel López Obrador se agota en su discurso rijoso, plagado de intimidaciones retóricas relacionadas con supuestos síntomas de estallido social, movilizaciones y paros “patrióticos” que, en estricto sentido, no tienen visos de prosperar entre la mayoría de la población.




Lo anterior conduce a plantearse si en la hora actual existen las condiciones propicias para que el golpismo como estrategia política genere simpatías en el país.

Al respecto hay que considerar cuando menos tres factores clave para la estabilidad y la gobernabilidad en cualquier Estado: el desempeño económico, el tejido social y la eficacia de la política.

En lo que hace a la economía, México es un país que en estricto sentido se ha estancado en sus posibilidades de crecimiento. En los últimos seis años el país ha crecido a tasas que rondan la media del 3 %, lo que significa que no existen las inversiones suficientes para generar empleos, aumentar los niveles de producción de los distintos sectores económicos, fomentar el ahorro y aumentar la captación fiscal del Estado, necesaria para aumentar su gasto destinado a programas sociales y políticas públicas.

Esta situación impacta directamente en la salubridad del tejido social, pues al existir menores oportunidades de desarrollo para una población en crecimiento, no sólo aumenta la brecha de desigualdad, sino también se alientan actividades económicas informales e incluso ilegales, como la venta de drogas, el contrabando, la piratería y el comercio informal. Así, por ejemplo, el 10 % la población más potentada del país concentra el 34.50 % de la riqueza, mientras que el 10 % más pobres sólo concentra el 2.40 %. De aquí que no sea fortuita la efectividad del discurso promotor del resentimiento social empleado por López Obrador.

Respecto a la eficacia de la política, si bien un amplio porcentaje de la población aprueba la actuación de sus gobernantes en los tres niveles de gobierno, también un porcentaje creciente considera que sus expectativas en torno a la democracia como forma de gobierno no corresponden con el desempeño real de esta. Con todo, la percepción de representación de los partidos políticos es alta, aunque el nivel de confianza en los partidos esté por debajo de la confianza en las iglesias, las fuerzas armadas y la televisión (Fuente: Encuesta mundial de valores 2000-2005).

Por otra parte, si bien la estabilidad y la gobernabilidad del país son relativamente precarias, las posibilidades de que una estrategia de tipo golpista prospere son remotas por los siguientes factores: 1) El ejército mexicano por mandato constitucional es leal al Comandante Supremo, que es el Presidente de la República. Además, los altos mandos, a diferencia de los de otros países de Sudamérica, por ejemplo, que pertenecían a las oligarquías nacionales, son de extracción popular y han llegado a tales posiciones de responsabilidad a través del mérito y la propia carrera de las armas. De manera que a interior del ejército no se ven ningún riesgo de división política que pudiera ser aprovechado por López Obrador en caso de que decidiese llevar su estrategia por la vía de la violencia.

Comandante Supremo

2) Aunque perfectible e inmerso en un proceso de transformación de sus reglas internas, el sistema político desempeña eficazmente su función de comunicar al Estado y a la sociedad, a través de fuerzas partidistas con presencia nacional y procesos electorales periódicos y equitativos. Esto es un punto a favor de la institucionalidad, pues a diferencia de Chile o Bolivia, por citar algunos casos, donde las fuerzas políticas aun se encuentran en proceso de consolidación, y por tanto no cuentan con un pleno respaldo de los ciudadanos, en México existen partidos políticos con cuando menos 60 años de antigüedad (es el caso del partido en el gobierno).

3) Si bien la población ha dado muestras de civismo, los niveles de participación política más allá de los procesos electorales es muy bajo. Más del 80 % de la sociedad se muestra poco o nada interesada en política, y en una escala del 0 al 10, donde el cero es la “izquierda” y el 10 la “derecha” imperante es de 5.6 (Fuente: SEGOB, Encuesta nacional de cultura política 205). Es decir, que el déficit de ciudadanía lejos de ser útil a liderazgos carismáticos y mesiánicos (como es el caso de Bolivia), es útil al mantenimiento de cierta estabilidad de tintes no precisamente progresistas, sino más bien conservadores.

De manera, pues, que las posibilidades de un estallido social que abone al fortalecimiento de una estrategia golpista en México son muy remotas, y en caso de que llegasen a concretarse carecerían de la mínima legitimidad política y respaldo social. Se trataría de la imposición arbitraría de una minoría que, lejos de conseguir el respaldo internacional, conseguiría la reprobación y el desconocimiento.

Así entonces, cuál sería el posible curso que habría de seguir Andrés Manuel López Obrador y su movimiento político de cara a la sucesión presidencial del 2012, es un cuestionamiento que debe plantearse precisamente en estos términos de potencialidad. Es así debido a que en política no existen –no pueden existir- escenarios seguros, ni pronósticos determinantes. No obstante, e independientemente de la contingencia, es posible realizar algunas inferencias.

Después de la aprobación –con sus respectivas modificaciones y adiciones- de la reforma a la industria petrolera, que hasta ahora le ha redituado buenos dividendos políticos, López Obrador intentará influir en la designación de las candidaturas de su partido de cara a la elección legislativa intermedia, a realizarse en Julio del 2009. Esto con la finalidad de contar con más presencia en el poder Legislativo, para confrontar las iniciativas que en el futuro envíe el presidente Calderón, en la lógica de completar el ciclo de “reformas estructurales” necesarias para la reactivación del crecimiento del país.

Además de que, al contar con más legisladores simpatizantes con su movimiento, López Obrador no sólo podrá hacerle frente a las aspiraciones presidenciales del actual Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, sino también desplazar al grupo de orientación socialdemócrata que ahora predomina en las instancias de decisión del propio PRD; y allegarse de recursos económicos para la construcción y sostenimiento de su eventual candidatura presidencial.

De aquí también que en lo sucesivo se le vea actuando en límite de la ilegalidad, pero procurando no salirse de ella, haciendo uso de su influencia casi absoluta e incuestionada entre los seguidores de su movimiento.

Por lo demás, es realmente difícil que su eventual candidatura prospere y adquiera visos de triunfo. Ello no sólo por el desprestigio de su partido, de cual que él mismo es el responsable, sino también por el perfil de los otros posibles candidatos de los demás partidos. Pero principalmente por su personalidad autoritaria y mesiánica, que también él mismo se ha encargado de exhibir entre el potencial electorado.

Y es así como se da por concluido este sucinto ejercicio de análisis.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Dices que eres politologo, pero la verdad es que eres un publicista de los intereses de la derecha.

Estas muy joven para creer todas las mentiras que los medios de comunicación dicen acerca del movimiento de AMLO que es el legitimo presidente de los mexicanos.

Es triste ver que como tu estan la mayoria de jovenes, que no se atreven a pensar por su cuenta y que asumen como cierto todo lo que los potentados que han saqueado al pais quieren que piensen para desactivarlos politicamente.

Sin embargo te invito a que tomes conciencia y que asistas a las asambleas informativas de la convencion nacional democratica para te quites la venda de los ojos.

Y AMLO no es golpista, por el contrario, es un estadista que tiene una gran sensibilidad social, al igual que los presidentes de Bolivia y Venezuela. No se de donde sacas que ellos son golpistas, si son mas bien hombres que se preocupan por el bien estar de sus pueblos.

Informate mas!

Rogelio Segovia dijo...

Un lector mas.....

Interesante post e interesante el comentario de Anonimo, creo que así como los enunciados universales son falacias, las posturas radicales para un lado o para el otro son peligrosas.

Anónimo dijo...

Como siempre causando polémica con los temas que publicas.

LicCARPILAGO dijo...

De las personas no lo lo hago porque merecen respeto, pero de los anonimos SI me río porque la cobardía no merece un ápice del atención y mucho menos de respeto.

Pasando al asunto del post. La lectura de este texto ha sido altamente clarificador, la fractura en el interior del PRD me parece que no es casual tampoco, en virtud del famoso "divide y vencerás" que esta promoviendo ácidamente AMLO.

No soy politólogo pero creo que la solidez del ejército mexicano también esta publicitado por la derecha del país, aun cuando los integrantes de la milicia también forman parte importante de esa sección favorecida por el discurso de AMLO, por lo que veo una rendija de luz que apunta al golpismo a pesar de que el comandante supremo pudiera estar "seguro" de la lealtad del ejército.

Cualquier elemento castrense que simpatice ante el discurso podrá dar "flanco izquierdo" envalentonando al golpista mesiánico e inclinar la balanza, si no a su favor, si dandole los tintes de violencia que como indicas aun hacen falta para caer en conceptos exactos.

Creo que tus alumnos deben preocuparse mucho al momento de los exámenes.

Magnífico post y si no hay ningún inconveniente voy a difundirlo entre algunos colegas.

(sugiero ampliamente que los comentarios puedan hacerse en ventana emergente para no ir y venir al texto del post al momento de comentar)

Anónimo dijo...

Me gusta el título que lleva tu blog! y bueno nada más paso para agradecer el comentario en el mio. Que estes bien!