19 jun 2007

¿Cinismo? I

A riesgo seguro de ignorar si existen en las demás profesiones, tengo la impresión de que en la profesión de politólogo además de existir los requisitos convencionales propios de la disciplina, también existen otro tipo de requerimientos relacionados con el perfil personal del political scientist. Esto porque además de demostrar agudeza crítica, sentido de objetividad en los juicios y capacidad analítica, los politólogos también hacen gala de una descomedida fatuidad, de una irritante y pretendida suficiencia intelectual y de un todavía más encabronante despliegue de arrogancia.

Si a eso se le aúna el hecho de que todos hablan con palabras de diccionario, como inveterado, sinergia y coadyuvancia, resulta entonces que además de mamones y pretenciosos, los politólogos también son solemnemente aburridos.

Sin embargo, y sin afán de defender a mi propio gremio, me parece que existe cierto de grado de incomprensión hacia esas actitudes y poses de café de diseño que los politólogos suelen adoptar. Pero es que habría que tratar de entenderlos.

A diferencia de otras profesiones cuyos objetos de estudio y praxis son difícilmente aprehensibles por la generalidad (es decir, por el pueblo vulgar y apestoso), la materia de trabajo de aquellos resulta ser casi la segunda profesión u oficio hasta del barrendero. Todo mundo sabe de política, y de modo particular en este país, en cuestiones de política nadie es pendejo.

Taxistas, panaderos, arquitectos, médicos, ingenieros, además de ser expertos conocedores de sus menesteres, también son unos agudos observadores del acontecer político y sus implicaciones locales, nacionales e internacionales; todo lo cual está muy bien en términos de la lógica democrática y republicana, porque habla de ciudadanos informados e interesados en el rumbo de la cosa pública (whatever it means).

No obstante, en términos del ejercicio profesional resulta ser una situación bastante irritante, pues los politólogos no vamos con el cirujano para expresarle nuestro parecer acerca de una fistulectomia (este terminajo se lo debo a la doctora corazón, que me explicó en qué consiste esa cirugía; y créanme, no se las recomiendo); o con el panadero a decirle que nos parece que la cantidad de harina utilizada para la elaboración de las baguetes es excesiva.

De ahí que, por ejemplo, resulte sobremanera exasperante que en una mesa de análisis organizada por determinado partido político de orientación socialdemócrata, un improvisado del auditorio quiera enmendarle la plana a uno de los ponentes, haciendo uso de nociones rudimentarias leídas en algún manual mal elaborado.

Y no es que ese ponente haya ido a esa mesa a comunicar la palabra revelada por el ángel del Señor; pero sí se tomó su tiempo preparando lo que ahí diría y, sobre todo, aceptó participar porque consideró que tenía algunos conocimientos sobre el tema que se trataría, a saber, el realismo político y su relación con la ética. Todo para que un imbécil le dijera que era un cínico e ignorante de su materia.

3 comentarios:

41D0® dijo...

Reacuerdo lo que me dijo la ultima vez y ahora como que hasta miedo me da. Ja!

POlitica?? No gracias...

Burbrujiux dijo...

Puedes estar seguro de que jamás intentaré darte mi opinión sobre tu oficio, con mi papá tengo y me sobra para siquiera pensar en política.

Y tu post me hizo pensar realmente en que es cierto, todos tenemos un politólogo amateur dentro que se asoma en los peores momentos.

Trataré de evitarlo...ups!!!

Saludos de martes!

Anónimo dijo...

hola chikitin no habia venido a leerte porque estuve super atareada con los trabajos y examens finales pero creo que una vez mas la libre...

y tu que onda cuando me das la oportunidad de tomarme un cafe contigo, o talvez cenar y tomar vino y despues...

jijiji con eso de que tu novia te planta a la mera hora yo podria entrar de cambio no crees??

es broma tontito cuidate te mando muchos besos